En la novela Hadjí Murat León Tolstoi ubica a su protagonista en un campo lleno de flores y describe el modo en que selecciona, una a una, las que formarán parte de un ramo. Durante el recorrido advierte un cardo tártaro florecido y decide que una de sus flores deberá engalanar el ramo. La tarea le impone una batalla desigual donde el cardo se defiende a través de sus espinas y sus fuertes raíces. Pese al daño en sus manos, insiste y resiste, hasta arrancarlo de la tierra. Como era previsible, el fragor de la lucha ha dejado al cardo destruído y a su ramo sin su flor.
El filósofo austríaco Ludwing Wittgenstein era gran admirador de Tolstoi y, un fanático de esta obra en particular, la cual recomendó en varias ocasiones tanto a su maestro como a sus discípulos. Desconozco las motivaciones que lo llevaron a difundir esta novela entre sus allegados, pero podemos inferir que los valores implícitos en ella y las sutiles conexiones con sus teorías, de seguro influyeron en la decisión. Mis motivos para admirar la obra son más mundanos y ante todo del ámbito de lo sensible, ya que desde la primera vez que lo leí, la fuerza de la imagen que se creó en mi mente se reedita ante el fugaz hallazgo de cada nuevo cardo tártaro florecido.
Fue imposible disociar la imagen de la roseta creada por Mariana Gaggero Fiscella del texto de Tolstoi. La característica particular señalada en su definición, de pinchar aún cuando está seca, mientras involucran otros sentidos, es coherente también con uno de los aspectos de la búsqueda de la artista: crear una experiencia sensible más allá de la capacidad visual de la contemplación.
El habitar con atención situaciones cotidianas es condición imprescindible para abordar los trabajos de Mariana Gaggero Fiscella. El atardecer, el viento, los sonidos de la naturaleza, las espinas en el pasto, las primeras gotas de la lluvia sobre el suelo, son algunas de las experiencias que podríamos enumerar en esta invitación a reflexionar sobre la consciencia con que vivimos cada instante y el modo en que creamos identidad a través de ellos.
Conocemos el territorio pampeano como una extensa llanura solo comparable con la inmensidad del océano. Esa sensación encuentra eco en canteras locales que conservan vestigios de antiguos mares. Sin embargo, La Pampa es cielo, y allí encuentra Mariana Gaggero Fiscella otra herramienta para su producción: el sol que transformará el paisaje en huella condensando la obra mucho más que una imagen en ella.
Extrañas formas de lo cotidiano es un recorrido técnico-sensible que reúne investigación y las mejores técnicas posibles para cada imagen. Desde punta seca, gofrado, monocopia, dibujo y escultura hasta imagen en movimiento. Todos los recursos son válidos para que la mirada transmita a las manos y éstas a los oídos que hay una riqueza inmensa en el simple hecho de estar vivos. Augurando así que la percepción del entorno nos brinde sentido de pertenencia al enraizarnos en un paisaje propio que como al cardo tártaro otorgue su local belleza.
Cecilia Medina
Lev Nikoláyevich Tolstói, Rusia, 1828-1910.
Ludwig Josef Johann Wittgenstein, Austria 1889-Gran Bretaña 1951.
Roseta: maleza que se desarrolla en sitios secos y arenosos, suelos pobres, siempre pincha por más que esté seca.
📸 Belkis Martin
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