Sobre los muros en el interior de las cuevas las primeras líneas trazadas por nuestra especie guardan todo el misterio de su origen y su significado. Si aquellos bisontes eran el modo de llevar la cuenta de las piezas cazadas o un relato de la lucha para lograr la conquista de la presa o una invocación en busca de fortuna o un escenario de práctica, es algo que desconocemos. Sin embargo, la academia decidió llamar a esta serie de manifestaciones “pintura rupestre” atribuyéndoles categoría de arte y hoy se estudia como tal, con la certeza de que aquellos antecesores quisieron expresarse artísticamente.
El antropólogo Eugenio Carutti señala que “...la mente del artista es una metáfora de lo que podría ser otro nivel de percepción, o conciencia, que se va habilitando en uno…El artista es una fase del proceso del Alma…”
Ante esta capacidad extraordinaria de sensibilidad resultaría lógico pensar que no todos podemos comprender las producciones artísticas. Sin embargo, ¿el arte está entre nosotros para ser comprendido o para permitirnos ver el mundo desde otro punto de vista? La respuesta a esta pregunta ha sido publicada en el libro Swann de Marcel Proust el 14 de noviembre de 1913: "Sólo mediante el arte podemos salir de nosotros mismos, saber qué ve otra persona de ese universo que no es igual que el nuestro y cuyos paisajes habrían sido para nosotros tan desconocidos como los que puedan existir en la luna. Gracias al arte, en vez de ver un único mundo, el nuestro, lo vemos multiplicarse, contamos con tantos mundos a nuestra disposición como artistas originales hay, y son más diferentes unos de otros que los mundos que ruedan por el infinito y que, muchos siglos después de que se haya apagado la lumbre de que brotaban, ora se llamase Rembrandt, ora Vermeer, nos envían su particular rayo de luz".
Luis Gimenez tiene una curiosa firma “El dibujo no se borra” y enlaza perfectamente con la afirmación de Carutti. Porque todos sabemos que un dibujo con lápiz sobre papel puede ser borrado de la hoja con una goma, sin embargo, aunque nuestros ojos no vean el color del lápiz, las líneas están allí. Al mismo tiempo, sus dibujos son un modo de ver el mundo conectado a través de puntos y signos donde cada imagen discurre en otra y ésta última en la siguiente, trayéndonos de regreso cíclicamente, permitiéndonos ingresar y salir del dibujo a través de diferentes narraciones por tanto tiempo como nuestra imaginación así lo desee.
Recientemente, Luis advirtió que sus dibujos tienen un proceso no lineal en su composición, pero que pese a ello, al finalizar la imagen se completa con la contextualización de un conjunto de líneas que dan lugar al cielo. Lo singular es que fluye natural y libremente. Sus dibujos hoy se despliegan en papeles de diversos formatos, texturas y dimensiones. Todos y cada uno de ellos son una invitación a ingresar en su mundo, y ver a través de sus ojos esos paisajes y realidades que en la cotidianidad se nos escapan, esos detalles y gestos que dan carácter a la narración, esas figuras que se conforman de pequeños y meticulosos trazos, tan inasibles como líneas en el cielo.
Cecilia Medina
Comments