En la mañana de hoy tuvo lugar la 4ª Asamblea de Trabajadores del Arte Contemporáneo: “...una iniciativa colaborativa para el establecimiento de buenas prácticas laborales y remuneración justa de los trabajadores de arte tendiente a consolidar y profesionalizar las escenas locales de América Latina...”. Desde un espacio inclusivo y diverso sus integrantes han investigado, analizado y construido herramientas concretas como por ejemplo el tarifario que contempla los diferentes tipos de producciones según su localización y que se ha constituido en una herramienta muy útil en el ejercicio diario de nuestra profesión.
Pero me gustaría señalar en particular la relevancia de la información obtenida a través del censo cuyos datos nos permiten constatar muchas de las cosas que desde siempre supimos que nos sucedían, dejando en evidencia el profundo desconocimiento que cada país tiene puertas adentro y el que cada uno de nosotros tiene en tanto habitante de la región continental.
Esto del desconocimiento es, en mi opinión, una cuestión de voluntad. Vale decir que si investigamos qué sucede en otros puntos del país y de la región, descubriremos escenarios y producciones vibrantes: porque es bien sabido, que el que busca siempre encuentra.
De modo que busqué y aquí me propongo compartirles lo que encontré. A 613 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -más exactamente en el Museo Provincial de Artes de La Pampa- acontece Afectar. Cuerpos que afectan otros cuerpos. Sus curadoras Paula Boh y Julieta Mansilla invitaron a diez artistas locales a trabajar en el espacio museístico; les ofrecieron un lienzo, pintura blanca y negra; convirtiéndolos así, en los protagonistas de la primera exhibición inaugurada luego del aislamiento por la pandemia Covid19.
Durante los meses de agosto y septiembre trabajaron, los artistas en sus producciones y ellas, en el guión curatorial y en el diseño de montaje. Primer dato importante: éste último no es cronológico, atento a que valoraron el poder captar la atención del visitante con la pregunta y la reflexión que cada obra despierta en el observador y a partir de allí ir tejiendo un modo de dejarse atravesar por las dudas y los temores que aún nos habitan. Pese a que mi visita fue virtual, puedo afirmar que así lo sentí.
Días después de la visita y con muchas ideas de cómo compartirles mi experiencia, escuché en la radio que ya había sido publicado en español el último libro de Byung-Chul Han, cuyas observaciones considero iluminarán el camino a las obras de esta exhibición. Se preguntarán por qué encuentro esta relación entre las No cosas y la exhibición. Para ello, solo bastará con citarles unas líneas del primer capítulo donde Han señala: “Ya no habitamos la tierra y el cielo, sino Google Earth y la nube”
¿Podría acaso ser más acertada esta afirmación? En el contexto pandémico actual o fuera de él, sabemos que hace mucho tiempo que nuestros cuerpos dejaron de habitar un espacio físico para pasar a ser imágenes en pantallas.
Es por ello que las preguntas de los artistas convocados por Boh y Mansilla se vuelven de una urgencia absoluta. Recordándonos que por más que duela, hay que volver a sentir. Por más temor que nos genere, hay que salir y poner el cuerpo cerca de otro cuerpo. Porque habitar con el cuerpo es parte de estar vivo.
Al abrirse las puertas del museo, una pregunta nos descubre el tono que tendrá el recorrido: ¿Hemos aprendido? Ciertamente no se refieren a nuestra destreza con la masa madre, a nuestra capacidad de resistencia a las maratones de Netflix ni a al dominio del zoom como herramienta de comunicación. Su pregunta es mucho más llana y por lo tanto ambiciosa. Esto terrible que nos ha pasado como seres humanos, esto que aún acontece, ¿nos ha permitido aprender?
Antes de acercarnos a las obras, conozcamos qué significa el arte para los artistas que las han creado. Para Pablo Ramos, es importante que el mensaje sea directo para comunicarse con el público y así darle sentido. Viviana Cavalié rescata que el gesto que habilita el arte es infinito. Diego Sejas Rubio lo destaca como imprescindible para mostrar lo que la censura calla. Jimena Cabello lo considera como el perfecto medio de comunicación para conectar con otras personas. Pablo Salazar se detiene en la necesidad de una relación entre la producción del objeto y la expectación de la obra. Paola Sak subraya la capacidad para habilitar el diálogo. Santiago Amrein es contundente, sin amor, sin respeto no hay nada que volcar en la tela. Rubén Schaap lo expresa como un lenguaje visual.
Todas y cada una de las formas de poner palabras al resultado de su trabajo, al ejercicio de su profesión, a la cuestión de esa necesidad de expresarse, dan cuenta de la diversidad que como individuos poseemos. Sin embargo, para todos el arte está ahí, fuera de ellos y a la espera de que ese otro lo experimente, lo sienta, lo piense, lo viva o lo ignore.
La pandemia más cercana a nuestro tiempo -mal llamada Gripe Española- ofrece datos que pueden dimensionar los estragos que causó: en una población estimada de 1,811 millones murieron cerca de 50 millones de personas.
En cuanto al COVID -según los datos del mes de septiembre último donde señalan que la población mundial alcanza 7.753 millones- las víctimas fatales son 5.049.976.
Busqué alguna huella que el arte nos pudiese brindar sobre la pandemia de 1918 y encontré la pintura de Edvard Munch que en 1919 se autorretrató mientras se recuperaba de aquella pandemia. Al observarla -más allá de la paleta- advertimos que sus rasgos faciales se hacen imposibles de apreciar, como si de algún modo la pandemia le hubiese robado la vida tal como la conocía hasta entonces. Esta obra, actualmente en la colección del Nasjonalmusset de Oslo, es una de las pocas expresiones que nos permiten desde el arte dimensionar lo que aquella pandemia causó a la población. Quizás se requiera de una mayor y más profunda investigación para sostener esta sensación, pero pareciera que el contexto de la Primera Guerra Mundial hizo que los gobiernos no diesen lugar a la Gripe como tema en sí mismo.
Hay muchos temas que hoy nos resultan imprescindibles de abordar, entender el modo en que durante 1918 se sucedieron los casos, los aumentos de contagios, la cantidad de muertes, debieran de servir de ejemplo para que en la actualidad se eviten errores. Por ejemplo, EEUU tuvo 675.000 muertes en 1918, número que ya ha superado en la actualidad y continúa con gran parte de su población negando el COVID o rechazando la vacunación.
El término pandemia ha invadido nuestras vidas y le debemos al menos un correcto análisis sobre sus alcances. Sabemos que la pandemia implica un proceso biológico pero también un proceso social. Su definición fue modificada en el año 2009. Hubo críticas al respecto y algunas de ellas aún están accesibles en el ciberespacio, como por ejemplo la publicación de la Dra. Liliana Henao-Kaffure, la cual echa un poco de luz sobre muchos de los errores que se han cometido en la actual pandemia. En dicho documento se señala que “...La OMS ha presentado un plan de respuesta que por su extremo detalle ofrece una sensación de tranquilidad que, a la postre, resulta falsa. Una comprensión reduccionista del problema, obtenida por el uso de una escala de análisis inadecuada, viabiliza la elaboración de planes de respuesta también reduccionistas. En este sentido, la mirada biologicista debe ser prontamente superada. Asumir de una vez por todas el carácter social de las pandemias y usar entonces una escala de análisis adecuada, permitirá que respuestas estructurales y realmente transformadoras se piensen, se propongan y se implementen…”
El hallazgo de este artículo se debe a la obra de Diego Sejas Rubio donde el artista hace expresa mención a la modificación realizada por la Organización Mundial de la Salud. Esta situación despertó en mí mucha curiosidad y me mantuvo algunos días buceando en lecturas médicas y sociológicas, pero no nos demoremos y continuemos el recorrido por el Museo Provincial de Artes La Pampa.
La obra de Pablo Ramos tiene una imagen de un cuerpo con un gran signo de pregunta sobre él y es para mí una excelente forma de graficar lo que nos pasa: la incertidumbre como un signo de interrogación que cargamos desde hace casi dos años y que seguiremos cargando por algún tiempo más. En cuanto a su pregunta sobre si hemos aprendido, debo decir que con el correr de los días cada vez estoy más convencida de que la respuesta es un rotundo NO.
Ariel Sejas Rubio nos muestra que no hay vida sin muerte. En la imagen ambas se sostienen de una mano, habilitando la pregunta: ¿qué sucederá cuando se tomen de la otra mano?
Fernanda Antoñaña expresa sus emociones y conecta con el espectador a través de un lienzo que tiene huellas rasgadas y líneas que podrían ser testimonio de la larga espera que atravesamos hoy.
Jimena Cabello abraza el tiempo detenido con cierta melancolía que me identifica en el modo de pensarnos frente a lo inasible.
Paola Sak puso por delante el corazón, enredado, blanco, negro, pleno, vacío; expresando a través de las texturas lo complejo de nuestros sentimientos.
Ruben Shaap nos interpela a través de un signo blanco, utilizando la palabra como titular de la historia que a cada uno nos tocará desarrollar.
Viviana Cavalié realizó una performance cuya vibración quedó en la tela. El gesto del cuerpo en negro sobre el fondo blanco nos dice “aquí estoy”.
Pablo Salazar nos comparte una narración con signos de un cuerpo flotando y mirando hacia un cielo salvador.
En el texto de sala Paula Boh señala “Existo porque soy un cuerpo”. Existencia que se advierte a través del modo en que cada artista ha puesto su propio cuerpo en la obra: destacándose en su singularidad pero habitando el museo en un modo coral.
Imposible quedarse con una sola obra o una sola de las preguntas formuladas en Afectar. Cuerpos que afectan a otros cuerpos. Sin embargo hay una que merece ser el cierre de este recorrido porque nos invita a una contemplación comprometida del otro cuerpo que habita con nosotros esta contemporaneidad: ¿En qué indicio leo la sonrisa bajo un barbijo?
Yo creo que en el brillo de los ojos de quien sonríe. Ustedes, ¿qué opinan?
Cecilia Medina
Imagen de la obra Autorretrato después de la Gripe Española de Edvard Munch realizado en 1919 y actualmente en la colección del Nasjonalmuseet de Oslo.
http://www.trabajadoresdearte.org/sitio/nosotros/
http://www.trabajadoresdearte.org/sitio/censo-latinoamericano-de-arte-contemporaneo/
De la cosa a la no cosa. No cosas. Quiebre del mundo de hoy. Byung-Chul Han, Taurus, Noviembre 2021, página 13.
https://www.perfil.com/noticias/internacional/en-estados-unidos-el-covid-19-ya-mato-mas-personas-que-la-gripe-espanola-hace-un-siglo.phtml
Comments